domingo, 25 de enero de 2015

Aider. 6



Y soltó la flecha, para acertar justo en la frente de una de las Bestias que se acercaba a ellos. Eivor se tocó la cabeza y suspiró al ver que seguía entera. 

-¿En serio me crees tan novata con el arco, viejo?-sonrió ella, posicionándose delante de él, de cara a los compañeros que luchaban contra las sombras-. Hay que cubrirse las espaldas, ¿no?- y le guiñó un ojo. 

El hombre soltó una sonora carcajada y alzó su hacha de nuevo, dispuesto a proteger a todos sus compañeros.

-¡Un día de estos me vas a provocar un infarto!-gritó, arremetiendo contra una de las Bestias. 
-¡No tendremos esa suerte, Eivor!- bromeó Daven, mientras le hacía un profundo corte a otra de ellas, con sus cuchillas. 

La lucha parecía declinarse a su favor, las espadas y hachas se hundían con precisión en la carne de las Bestias, las flechas tan sólo se clavaban en los órganos vitales de aquellos animales y los guerreros parecían cómo si estuvieran de fiesta, todos bromeando y riendo. Aider no podía creerse que aquel día hubiese podido ir mejor. Estaba encantada y eufórica. 

-¡Venga chicos, nos queda muy poco!-gritó Hadar, atacando de lejos con su vara retráctil y con cuchilla en la punta. 

Todos vociferaron y rugieron, dejándose llevar por la emoción y la adrenalina. Aider guardó su arco y desenvainó los dos puñales que guardaba en sus botas. Junto a Eivor y los demás, saltó sobre las Bestias para asestarles el golpe final. Hizo girar su cuerpo y las dagas parecieron volar a su alrededor, inflingiendo numerosos cortes en las pieles de los animales. Una de ellas, gruñó e intentó propinarle un zarpazo, pero Eivor paró el contraataque con su hacha. Agradecida, le regaló una sonrisa y volvió al ataque, saltando sobre los hombros de él. Su melena plateada danzó sobre su cabeza e iluminó el lugar por escasos segundos, gracias a los reflejos de la Luna que se filtraban entre las ramas. Y cayó en picado, con las cuchillas por delante, para aterrizar sobre una de las Bestias, que luchaba fieramente contra su felina Shy. Gritó y hundió los filos de las dagas en medio del enorme cráneo de la sombra. Esta emitió un sonido atronador y agudo, y segundos después su cuerpo se esfumó, quedando tan sólo restos de comida y vísceras. Las otras dos murieron de la misma forma, dejando un rastro y un olor pútrido. Aider sintió nauseas, al ver todo lo que podían haber comido aquellos animales, hasta logró vislumbrar una mano humana entre alimentos descompuestos. Sin poder remediarlo, corrió tras unos arbustos y vomitó toda la cena. Escuchó de lejos las risotadas de los cazadores y maldijo entre náuseas. Todo su alrededor daba vueltas y el olor agrio del vómito y las tripas de las Bestias producían en ella un malestar altamente desagradable, pero por otra parte se sentía feliz, henchida de alegría. Al fin había logrado su objetivo, por muy asqueroso que hubiese resultado.

Su grupo volvió al campamento y poco después volvió el de Steph, con grandes sonrisas de satisfacción en sus rostros. Se despidieron hasta la próxima cacería y montaron en sus coches.

-¡Nemo! ¿Me has echado de menos?-preguntó Aider, abriendo la puerta del copiloto, a su pececillo nuevo que dormitaba plácidamente dentro de la bolsita de plástico en el asiento. Este, al verla, aleteó y se movió por el agua con elegancia.

Ella rió y le presentó a su tigresa Shy, mientras Eivor cargaba en el maletero las monturas de sus animales y las armas. Poco después, ya estaban todos metidos en el coche, disfrutando del calor que este emitía por su sistema de calefacción. Arrancaron y se dirigieron a casa de Aider.

-¿Quieres que me encargue de Shy un par de días?-preguntó él, sin dejar de mirar al frente. 

Aider, con su pececillo Nemo sobre las piernas, dirigió la mirada a su felina, que descansaba sobre los asientos traseros. 

-Tranquilo-respondió-, papá y mamá no están nunca en casa. No se darán cuenta de su presencia. 

Eivor asintió y pasaron el resto del trayecto en silencio. Aider pasó el tiempo reflexionando sobre su nueva experiencia y no pudo evitar emitir una sonrisilla. Lo había hecho. Había asesinado a sus primeras Bestias, y podía considerarse al fin una cazadora.


1 comentario:

  1. Como echaba de menos a la cazadora y sus fieros compañeros. Desde luego a sido una masacre de Bestias, pero Aider a logrado demostrar su valor, un besazooo
    Lena

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